La azalá (salat) u oración ritual

Los musulmanes están obligados a realizar cinco oraciones diarias anunciadas por el muezín o almuédano desde el alminar mediante la llamada (adan), según la escuela safii:

"Sólo Dios es grande (4 v).
Atestiguo que Mahoma es el enviado de Dios (2 v).
Venid a la oración (2 v).
Venid al éxito (2 v).
Sólo Dios es grande (Alláhu Akbar) (2 v).
No hay divinidad fuera de Dios (1 v).
(La oración es mejor que el sueño)>> [en la oración de la mañana solamente)

En el rito Maliki, mayoritario enel Magreb, es muy semejante:
"Sólo Dios es grande" (2 v).

Atestiguo que no hay divinidad fuera de Dios" (2 v).
Atestiguo que Mahoma es el enviado de Dios (2 v).
Venid a la oración (2 v).
Venid al éxito (2 v).
Sólo Dios es grande (2 v).
No hay divinidad fuera de Dios (1 v).
(La oración es mejor que el sueño"
[en la oración de la mañana solamente])

La oración debe realizarse en estado de pureza ritual (tahara) para lo cual existen las abluciones rituales ( lavatorio), mayores o menores, previas a la oración. Se recomiendan algunas oraciones para estas abluciones, como la que sigue:

"Gloria a Ti, Señor. A Ti la alabanza.
No hay más Dios que Tú.
A Ti pido perdón, Señor, a Ti me convierto.
Perdóname y vuélvete hacia mí...
Tú eres misericordioso...
Haz de mí un siervo paciente y agradecido.
Concédeme que me acuerde de Ti
y Te nombre con frecuencia,
que mañana y tarde ensalce tu alabanza".


Este prerequisito de la oración que son las abluciones rituales consisten en lavarse sucesivamente las manos, antebrazos, boca, nariz, cara, pasar agua sobre las orejas, la nuca, los cabellos, y los pies. Tambiénpuede hacerse con arena. Se trata de eliminar del cuerpo y de la vestidura toda impureza sacrílega, es decir, toda huella de orín, excremento o sangre, o de flatulencia, o de sustancias impuras como vino, o cerdo, ograsa de animales, o de haber estrechado la mano a una persona de otro sexo (no pariente próxima) sin una tela interpuesta, etc,según un ritual muy complicado y con gran cantidad de casuística. Las manchas mayore, como son las de origen sexual, exigen una ablución completa de tod el cuero. Todos los creyentes musulmanes saben que después de haber estado en el baño existe todo un arte para purificarse, siempre utilizando la mano izquierda, ya que se reserva la derecha para las cosas nobles. Por lo demás, la limpieza lo es también del lugar; la alfombra de oración (sayyada) garantiza la separación del suelo, por si está manchado; el orante debe desprenderse de los zapatos, para evitar residuos de basura, etc. Como todas las buenas acciones, la oración contribuye a purificar a quien la realiza, y a obtener el perdón de los pecados, dando asimismo fuerza para el cumplimiento de las obligaciones y para resistir en las pruebas.

Cada oración tiene tres elementos constantes: el takbir o introducción del estado sagrado, las rakaat o acción orante propiamente dicha y las preces finales y fórmula de retorno al estado profano:


1. El takbir o introducción del estado sagrado: de pie, frente a La Meca o la Kaaba, el fiel con las manos abiertas y las palmas hacia adelante a la altura de las orejas, recita el primer Allahu Akbar (o de sacralización) que pone al que lo pronuncia en estado sagrado de oración que se llama takbir al-ihriim o de separación del mundo. Se recomienda el siguiente:

"Alá es grande, a Él la gloria y la alabanza.
Me vuelvo al que me ha creado,
soy de los que se entregan a Él.
Gloria y alabanza a Ti, Señor.
Bendito sea tu nombre".

2. Las rakaat o acción orante propiamente dicha. Cada rakaat se compone, su vez, de siete elementos:
1. Qiyam: de pie, orientado a La Meca, alza sus manos al nivel de los oídos y dice otra vez Alláhu Akbar. Junta las manos sobre el pecho, muñeca derecha sobre izquierda, o sobre el cinto, o quedan libres en posición natural a lo largo del cuerpo.
2. Qiraa: recitación obligatoria de la fatija:

¡En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso!
Alabado sea Dios, Señor del Universo,
el Clemente, el Misericordioso,
Soberano del día de juicio.
A Ti solo vervimos y a Ti solo imploramos ayuda.
Dirígenos por la vía recta,
la vía de los que Tú has agraciado, no de los que han incurrido en la ira ni de los extraviados" Cor 1,1-7

Después de la fatija, aún de pie -y al menos en los dos primeros rakaat-, recitación de uno o varios versículos del Corán a su elección. (En circunstancias especiales estos versículos están fijados por la tradición.) Al final se repite "Allahu Akbar" y lo mismo en cada cambio de postura.
3. Ruku: movimientos de inclinación profunda por los que el cuerpo expresa su adoración. Primero una inclinación profunda del busto solo, la espalda recta y la cabeza en posición natural, manos sobre las rodillas, mientras se recita un dikr (especie de jaculatoria) al comenzar y terminar la inclinación.
4. Itidál: posición vertical, quieta, con las palmas hacia adelante y a la altura de los oídos.
5. Suyüd: postración con las rodillas y frente en el suelo, así como las palmas de las manos y los pies mientras se pronuncia el takbir. Durante un momento, el cuerpo debe estar quieto en esta posición de máxima humildad ante Dios. Puede decirse algún dikr.
6. Yulus; o quüd: acto de quedar sentado sobre los talones con las manos sobre los muslos, levantándose del suyüd mientras se pronuncia el takbir. En esta posición se puede orar con un dikr.
7. Suyüd: segunda prosternación semejante a la primera, con la cual se completa la rakaa.


3. Las preces finales y fórmula de retorno al estado profano. Se componende tres elementos:
1. El tasahhud: es la profesión de fe musulmana que se realiza al final de las rakaat en un segundo yulüs.
2. Fórmula de bendición de los profetas: se pide la bendición de Dios sobrelos profetas, especialmente sobre Mahoma.
3. Al-salam al-tahlil: pone fin a la oración y devuelve al estado profano. Aún de rodillas y sentado sobre sus talones, el fiel saluda a derecha e izquierda deseando la paz a los que están a su lado, al menos a sus dos ángeles de la guarda si está solo. Si la oración es pública, una vez de pie se sigue un apretón de manos general en señal de fraternidad.


La oración pública de los viernes a mediodía, salat al-yuma, se celebra en la mezquita y es presidida por un imam (el que está delante); sigue el mismo ritual complementado por una lectura del Corán y un sermón (jutba). Esta oración es obligatoria sólo para los hombres. Los momentos de la oración ritual son los
siguientes:
1. Oración del amanecer (al-fayr) (2 rakaat).
2. Oración del mediodía (al-zuhr) (4 rakacat).
3. Oración de la tarde (al-asr) (4 rakaat).
4. Oración del ocaso (al-magrib) (3 rakaat).
5. Oración de la noche (al-casa') (4 rakaat).


Mediante la oración el hombre debe aprender la modestia y alabar a Dios junto con todas las criaturas. Es un símbolo de obediencia a Dios y se la considera "la llave del paraíso". Además de los cinco servicios rituales diarios, se conocen en el Islam formas especiales de oración. El precepto de la oración ha influido mucho en la cultura islámica. Las mezquitas -masyid, de sayada que significa postrarse- se edificaron para la oración.
La oración musulmana es un auténtico acto religioso de fe y devoción al Dios transcendente y cercano, mediante el cual el creyente reconoce su absoluta soberanía y alcanza cabal conciencia de su ser "creatural". La oración expresa el agradecimiento del creyente ante los dones recibidos del Creador, especialmente el don de la vida, e incluso, en espiritualidades especialmente cultivadas, llega a constituirse en el momento privilegiado de una cierta "comunión del hombre que se somete a su Señor.


La mística musulmana ha desarrollado formas de oración personal que está impregnadas de unción religiosa. Algunas expresiones de oración especialmente bellas y profundamente religiosas. Comenzaremos con una compuesta por Rabica al-Adawiyya (713-801), mística de Basora:

"¡Oh Dios mío!
Cuantos bienes terrestres me hayas reservado dáselos a tus enemigos;
y todo lo que me has reservado en el otro mundo
dáselo a tus amigos;
porque a mí, tú me bastas.
¡Oh Dios mío!
Si yo te adoro por miedo al infierno,
quémame en él;
y si te adoro por la esperanza del paraíso, exclúyeme de él.
Pero si te adoro únicamente por ti mismo,
no me prives de tu eterna belleza.
iOh Dios mío!
mi sola ocupación
y todo cuanto deseo en este mundo,
entre todas las cosas creadas,
es acordarme de ti;
y en el otro mundo,
de todo cuanto haya en el otro mundo,
a lo único que aspiro es a encontrarte.
Así es por lo que a mí respecta.
Pero Tú, Tú haz según tu voluntad".

Algazel (1058-1111) nos aporta esta preciosa oración de petición donde se acentúa la petición de perdón y la invocación escatológica de la presencia definitiva de la divinidad cuya cualidad destacable es la misericordia:

"Dios mío,
llena hasta el borde nuestras vidas de tu felicidad;
acompaña nuestras jornadas
desde el alba al sueño de la noche.
Tiende tu perdón
Sobre nuestras faltas,
orienta nuestros esfuerzos
hacia tu servicio,
haz reposar en ti
nuestra confianza
y sosténnos a cada instante.
Dios mío,
afiánzanos en el camino recto.
A lo largo de nuestras vidas aléjanos de esos comportamientos que lamentaríamos
el día de la resu"ección.
Aligéranos el peso
de nuestros pecados,'
danos el pan de los justos, apártanos de todo maL
Líbranos por tu amor
del pesar eterno.
Oh Fuerte y Misericordioso, Generoso y Protector,
oh tú el más misericordioso
de los misericordiosos.
Alfa y Omega,
Tú que te apiadas
de los pobres y desheredados,
Dios de misericordia,
sólo tú eres Dios,
¡gloria a ti, Señor de los mundos!".

Yalal al-Din Rúmi (1207-1273) nos obsequia con esta preciosa oración mística de confianza que nos trae resonancias conocidas de la mística cristiana española:

"Si muero, no digáis: ha muerto. Estaba muerto, estoy vivo,
mi bien Amado me ha vencido. En la muerte está la vida eterna para aquellos que son
justos y creyentes.
Si el alma es pura,
acepta la muerte.
Esta muerte no es castigo
ni injusticia
sino una apariencia...
Por eso, cuando muera, llevadme,
confiad mi cuerpo
a mi bien Amado.
Si él besa mis labios secos
y resucito... no os extrañéis...
y dije: cuando lo vea,
¿qué palabras le diré?
Cuando lo vi... perdí la palabra".

Una oración de un murciano, Ibn Arabi (1165-1240), oración de amor y deseo de unión:

"Señor,
las delicias del cielo
para mí son iguales
que los suplicios del infierno,
pues no está en ellos la cuestión
de que aumente o cambie
tu amor en mí.
Todo aquello que Tú prefieras de mí será lo único que yo ame.
Porque el amor que Tú,
Señor,
me tienes,
es la creación con que animas.
Un acto de amor,
Señor,
eternamente nuevo".